El origen de la Anchoa del Cantábrico se asocia al proceso de la salazón, un método de conserva tradicional, muy utilizado por navegantes y mercaderes a lo largo de la historia. Por eso no es de extrañar que el origen de la Anchoa se encuentre en una de las principales potencias económicas costeras del siglo XIX, como lo fue Italia.
Cuenta la historia que una familia siciliana, Vella Scatagliota, es la que trajo el secreto de las anchoas a Santoña. De hecho, eligieron este mar para venir a faenar y producir durante la costera para, posteriormente, enviar sus productos a Italia. Esto se hizo costumbre y, en lugar de pasar largas temporadas, terminaron estableciendo su residencia en España.
Una historia de industria y, también, de amor ya que de esta familia llegó Giovanni que se enamoró de la santoñesa Dolores. Su relación derivó en matrimonio y, por eso, estableció su residencia permanente en Santoña.
En primer término, Giovanni y empresas como la suya solo se dedicaban a la captura y salazón del pescado. Pero él se dio cuenta de lo laborioso que era para el cliente final la limpieza del pescado y, con el objeto, de facilitar esta tarea empezó a trabajar con las mujeres del pueblo. Juntos consiguieron conservar el filete de anchoa en salazón, eliminando completamente la piel y la espina.
Así surgió la técnica del sobado a mano y, después, investigó la manera de aromatizar o suavizar el sabor hasta que, finalmente, optó por el envasado en aceite de oliva que suponía un ahorro considerable de costes.
Las ideas de Giovanni fueron tan revolucionarias que transformó completamente esta industria, hasta tal punto que hoy en día se siguen sus técnicas.